martes, 14 de diciembre de 2010

Vela de Navidad. "Murió un día de navidad"


Nadie acompañaba su soledad, ni siquiera por vísperas de Navidad, el tiempo pasaba. Veía como de las luces eran colgadas en las ventanas, una por una aumentaba cada día. Los arboles, las cascadas, las bengalas en las calles, cada cosa que aumentaba su pesadumbre. Era navidad, siempre había amado la navidad, pero siempre había estado sola. La  Navidad era un día para las familias, y era injusto porque ella no tenía una familia.

Ya había vivido ocho navidades, todas con mucha indiferencia de las personas, jamás había recibido un regalo. Solo unas chispas de bengala que le regaló una abuelita en la calle dos años atrás, cuando empezó a vivir las navidades con mas emoción. Todas las navidades, todas en absoluto eran absurdamente llena de comparaciones, todas las personas tenían mucho, pero ella más que nunca no tenía nada.
Las navidades habían pasado, muy emocionada siempre las esperaba, con la esperanza, que duraba hasta que  los silbadores, los tronadores, los juegos artificiales, los abrazos familiares, las visitas, los amigos... La cena navideña. ¿Qué crees que sus ojitos hacían? Se cerraban y oraban a Dios ¿por todo lo que tenía? Una sabanita, y los dulces que vendía.
Tal vez era desafortunada, y solo lo notaba cuando veía que los otros niños tenían muchos obsequios y ella ninguno. Pero menos mal que aún no sabía lo que eso significaba. Porque las noches, las noches eran realmente frías, muy frías y sus bracitos se acurrucaban y cogían la pequeña sabanita. Necesitaba un abrigo, tal vez tu abrigo…
Era triste verla pasar por la calle, con su mirada de melancolía, y con el mismo vestidito de siempre. En una fuente de deseos lanzó un céntimo, y pidió conocer a su familia, a Jesús, y a Papa Noel. Un deseo semejante al tuyo, pero ya tenías a tu familia al menos.

El hambre suspiraba con ruidos extraños en su estomago, la nostalgia golpeaba sus ojos, otra navidad. Era la noche de Noche buena, había llegado tras la emoción de la gente y había traído un crudo frio, que la hacia temblar, sus huesos, su piel roja. La lluvia la mojó toda, y se refugió en una vereda, bajo el tejado de tu casa. Tu ventana estaba abierta en aquella cena, ¿lo recuerdas? Y vio cuan feliz con lo poco o mucho que tenías, tú eras… Era emocionante imaginarse en tu lugar, los regalos, los trozos de pavo en cada plato…

Eras tan feliz que no tomaste importancia a lo que había afuera, además la lluvia era fuerte…
Un escalofríos, un dolor en sus huesos, el hambre, las lagrimas  recorrían sus mejillas, deseos que no se cristalizaron ni tras los más anhelosos deseos, al menos un Feliz Navidad, un abrazo, un pequeño obsequio. No era de hierro, un temblor trajo a su cuerpo una gran convulsión. ¿Tenía defensas? Su cuerpo se desvaneció. Y murió… Murió un día de navidad…

2 comentarios:

edsonfaldante dijo...

Wow Nior... wow.
Que gran reflexión para estas navidades. Eres increible! =)

Maria Odalliz dijo...

muy lindo...Wow... excelente! (y)