miércoles, 26 de enero de 2011
Era su sangre. La mató el hombre en mi cabeza...
En lo apartado de mi ser se esconde un hombre de mirada oscura, sus pasos misteriosos han matado mi paciencia. Al bajar el ascensor pude sentir sus movimientos bajar las escaleras de madera, lentamente sus dos pisadas en cada escalón violaron el silencio. Está en la nulidad de mi mente, en mis momentos de bondad, se revela contra la claridad. Está aqui en este instante, torturando mi culpa.
-¡Fue él quien la mató!¡Fue aquel hombre, señor juez!
Cada día antes de dormir, las mismas voces adormecían mi cuerpo, como anasteciado me desvanecía en la frialdad de mi cama. Durante muchos minutos, talvez horas, luchaba conmigo mismo, no quería dormir, respiraba aceleradamente para que alguien me despertara, trataba de emitir gritos, pero jamás pude. Ahí estaba él, sometiéndome a su fruición, cada noche después de las doce, atormentando mis sueños, haciendo temblar mis sábanas. Entonces al disiparme, las escenas sangrientas discurrían por cada segundo de la noche, hasta que en el amanecer me daba una bienvenida llena de holocaustos. ¡Maldita sea! Mi cuarto amanecía lleno de sangre humana por todos lados. Tenía que limpiarlo todo, cada día.
-No sé si pueda seguir señor. Yo no quiero recordarla, ¡Quiero matarlo a él!
Una noche me acosté después de verla en la universidad, sus ojos revelaron la ternura más bella, antes vista ese día. . Pensé que la mortandad para aquel hombre en mi cabeza había llegado. Me acosté con mucha ilusión debe saberlo, no lo había hecho desde que murió mi padre. Pero ese día, él atacó con más furia. Los gritos de una mujer resaltaron durante mi desmayo, por un rato me sentí aliviado al escuchar su tono de voz. ¡Eran los gritos de ella! Pero al hallarme postrado y sin fuerza propia en la cama, me di cuenta de lo grave que era eso. Ella estaba en esos sueños de mortandad, esos mismos que atacaban mis últimas noches.
-Se veía hermosa en ropa interior. Sus formas femeninas derrochaban más que sensualidad, pasión, amor por la vida, por ella misma, incluso por mí.
Ella se estaba cambiando la ropa cuando llegamos hasta su ventana por medio de un árbol de algarrobina que nos permitió llegar hasta el segundo piso, donde ella se hallaba, nos acercamos hacia su ventana, y al abrirla estaba ante mi. ¡Yo no quería avanzar! ¡El me obligo! Saqué el cuchillo del bolsillo de mi chaqueta, y con mi mano, ¡él la apuñalo! Sin mi consentimiento. ¡Me obligo a hacerlo! ¡Fueron mis manos! Pero fue el. Aún recuerdo su ultima mirada de sorpresa y de terror combinados. después el apagar de sus bellos ojos Destrozaron mi corazón, debo decirle. Cerré y abrí mis ojos, talvez más de mil veces. Besé sus labios fríos, hermosos, y sin vida, que me habían besado por primera vez unas horas antes.
Después del ultimo beso, recuerdo haber despertado en mi cama. La sangre vertida en el amanecer, más roja y viva que nunca, llenó mi habitación de gritos sin elocuencia. Era su sangre, la sangre de ella.
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2 comentarios:
Yo amo todo lo que escribes.
:) Gracias por leerme siempre Gru... ;) sabes que eres lo máx, mente perversa ;)
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