Es el inicio del adiós al yermo, un nuevo camino se ha creado entre los pedregales que le negaban el paso. Me pregunto cuántas veces lloró, y aún más cuántas veces no lloró y lo contuvo todo entre un dolor en el pecho.
Ahora está entre el silencio, entre el infierno y a un segundo de la felicidad. Caminando en el borde de un sardinel inseguro, pero que conlleva a la eternidad feliz. ¡Cuantos pasos más! No tengo idea si podrá aguantar, pero he de confesarles que su paso es más notablemente seguro que lento.
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