lunes, 27 de septiembre de 2010

Beso de Muerte (mi primera historia publicada)

Beso de Muerte.
I

Mario se encontraba bebiendo un vaso de refresco, en una fuente de soda en Jesús María en Lima, pensando en lo que se había convertido en un afán, que tres meses atrás, no habría tenido. En ese tiempo tal vez estaba disfrutando de la Navidad y el año nuevo. Casi nada bastaba para sacarlo de ese mundo de sentimientos, ni la joven mesera que estaba procurando ganar su atención hace ratos.

-Mario- dijo una voz muy conocida y anhelada. De pronto no oyó nada más, solo sintió que aquella persona que se había acercado, había asentado sus labios sobre los suyos. Pudo ver los ojos de aquella chica que había amado en tan poco tiempo, un momento que se glorificó en los encantos de cada parte suya enamorada de aquella princesa, que más que robarle el corazón, se lo había ganado por completo. Pues no se puede hablar de robar, si también tienes el corazón de esa persona.

Al separarse esos hermosos labios, su voz susurró un “te amo”, que destrozó el corazón de Mario. Muy pronto como esto pasó, la silueta que estaba frente a el, se difuminó con el aire, hasta esfumarse aún cada pizca. Cientos, y hasta tal vez miles de pensamientos en su cabeza. Nunca más la volvería a ver, ¿Qué sería de su vida sin ella? Ella abarcaba toda su vida. Si aún no había derramado lágrimas, era tal vez porque siempre había tenido mucha vergüenza llorar en público, aun cuando eso se podía minimizar. Era la impresión tal vez.

Aún en shock bajó la vista hacia la mesa, tal vez para llorar, pero antes de poder hacer cualquier cosa que haya querido hacer, vio sobre la mesa un lazo verde, un sobre de carta. Pensó que tal vez solo era Marketing directo de la fuente de soda, pero al acercarse vio su nombre, era su nombre, con ese tipo de letra que ya había visto en otras cartas de amor. Al cogerla y abrir el sobre leyó.

Mario, amor:
Te amo aún hasta ese fin, aún hasta el último contacto, hasta el ultimo te amo. Y lo he hecho desde que te conocí y descubrí que eras el humano más tierno que existe en el universo, que eras eso que allí en el mundo llaman, “hombre de mi vida”. Lo eres, pues si mi vida fueron estos tres últimos meses, entonces fui la más feliz de todo lo que mostros llamamos existencia, y eso me lleva a rechazar todo lo que viví, todo lo que realmente soy, y no me importa, incluso en este momento, y en el futuro no sé. Fue hermoso aparentar ser una chica de dieciséis años, aun por ese poco tiempo. Es muy duro ser humano, y será imposible por todo lo que viva volver a decir que los humanos son tontos. Porque solo por el hecho que su amor no tiene límites siempre seré feliz con eso, y me bastará para callarme cuando hablen de ustedes.

También fue muy bonito experimentar vivencias humanas, y muy divertido usar eso que llaman “tecnología”, aunque sea tóxico y nocivo para mí. En parte es muy importante avanzar, como siempre le dicen los humanos, pero siempre he creído que no es bueno olvidar de donde vinimos, y quienes somos. Una vez olvidado resulta difícil volver a encontrar esa clase de respuestas. Mi amor, fue muy lindo estar juntos en la parte trasera de tu casa, y ver las estrellas, y que me enseñaras de las constelaciones. Extrañaré en parte ver las estrellas de lejos, pues desde donde ahora me encuentro en este momento las veré desde cerca, y es inútil tratar de formar constelaciones.

Extrañaré a tu padres y a tus hermanos, y esa vez que fuimos a Boby Roman’s, si es que no se me ha olvidado el nombre. Nunca olvidaré mi experiencia aprendiendo a comer costillas con los cubiertos. La primera vez que me dijiste “tonta”, y después me diste explicaciones, Quisiera que me dijeras tonta nuevamente, por escribir esto, aunque no esté ahí, lo sentiré, y me alegraré mucho, mucho, como cuando veíamos el mar, y yo nunca había conocido algo como eso, pues donde vivo solo hay lagos y lagunas, o solo aguas como le decimos aquí. Tus papas son lo máximo, si algún día te preguntan por mi, diles que fui a Noruega, me gustaron mucho esas casas que hay en el norte de Europa.

¿Me odias por haber hecho esto? En verdad no habría tenido sentido no amarte. Hubiera sido mi muerte, y sé que hubieras sufrido mucho, más de lo que hacías. Fue hiriente verte desde lejos, aún mis queridos padres humanos lo notaron. Estas dos últimas semanas se habían convertido en eso que nunca tuve, pero que sé que se llaman pesadillas. Fue difícil no poder verte, no poder abrazarte ni besarte, aún con lo mucho que moría por hacerlo.
Y tomé la decisión, nunca me había enfrentado a eso que se llama “dilema” (Ya vez porque te digo que las cosas son complicadas para los humanos). Me pregunto si alguna vez habrás tenido un dilema así como este que he tenido. ¿Cómo serán tus dilemas? Mis padres humanos, porque en verdad lo fueron, al principio se opusieron a la decisión que tomé, eso me dio mucha pena. Ellos jamás han tenido hijos, y no los puedes tener, y yo que ni siquiera era su hija, y a quien habían dado toda su atención, me estaba yendo. Quiero con toda mi alma que las cosas salgan bien y que al fin ellos puedan tener esos hijos que tanto anhelan.

Mario, quiero que sepas que esto lo hice por ti, solo por ti, sé que sufrirás, pero más lo harás si estoy allá, cerca, pero lejos de ti. Ahora estoy lejos, y me atrevo a decirte que te amaré, te amaré más que Rose de Titanic a su novio que murió dentro del mar, y que después se casó con otro. Me hubiera gustado casarme contigo. ¿Eso es muy atrevido? Es el hombre el que lo dice siempre.

No entiendo como pudieron enterarse que estaba allí en la tierra. ¡Maldición! Es eso, nunca tuvo que pasar, nunca de los nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca. Que rabia que no sea humana. ¿En verdad no te importaba? No te importaba cuando hace veintidós días te enteraste, y seguiste sintiendo lo mismo, todo hasta que llego el Colono Sergin con mi padre a quererme llevar, y a darme esa maldita “sinojuria”. Esa tonta condición, que podía quedarme en tu mundo, pero que no podía estar con un humano, y sobre todo contigo. Es como si a un bebé hambriento le quitaran su mamila, o aún más la vida. Por que me lo quitaron todo Mario, toooodo en absoluto, e ignoro ese día como si fuera lo más abominable.

Mario, el adiós en un papel, un papel que al fin de al cabo no es nada comparado a todo lo que siento. Por eso te dejo ese beso, y también ese lazo verde, trátalo de forma a que te haga recordar a mi, lo besé diez mil veces, y como se lo explique a mis padres adoptivos, es un recuerdo de amor, de esta ninfa que ha conocido el amor sin limites, de esta humana limitada. Prometo que algún día, aunque sea solo por un instante estaré a tu lado, aunque sea imposible, no me interesa. Romperé cualquier esquema. Procuraré ser una buena princesa, así como me dijiste que era. Estaré allí , por que te amo, espero que te haya gustado mi beso de muerte, pues es todo mi amor.

Te ama Daphne

Todas las cosas que había leído Mario, como todo lo que acabas de leer, había producido muchas emociones, muchas, que tenía la cara con un sentimiento neutro, que no sé si eso exista, en todo caso es indescriptible. Justo cuando iba a pararse, llegó la joven mesera.
-¿Acabaste?- Le preguntó sonriendo, seguidamente el movió la cabeza para indicar que sí.
-¿Entonces me puedo llevar los vasos? –Preguntó- Aquí está tu cuenta.
Mientras Mario se disponía a sacar su billetera para pagarle, la chica se estaba llevando el lazo verde, pensando que era una servilleta más de esas que había en la mesa.
-¡No! Eso no te lleves, ¿No ves que no es una servilleta? – dijo furioso
-Hey, lo siento- le respondió con una cara de decepción.

Nada de eso importó, ni siquiera la hora, eran casi las cinco de la tarde, ahí estaba él, solo. No lo pensó, pero tan pronto como salió tomó un taxi. Le pidió al taxista que lo lleve al circuito de playas, en Miraflores. Muchas cosas pasaron por su mente mientras estaba en el taxi, veía por el parabrisas sin ver. En pleno verano estaba lloviznando, y ya acababa el ocaso. Cuando llegaron al destino el curioso taxista le hizo un par de preguntas, a las cuales el ignoró por completo como lo había hecho durante todo el viaje, sacó el dinero y le pagó. Bajó y se dirigió a las orillas de una playa que tenía rocas en vez de arena, sintió cuando el taxi arrancó y fue acelerando, entonces cerró los ojos.

La playa estaba vacía en el sitio donde estaba, aunque un poco más allá había aún surfistas. Paró de caminar cuando el agua apenas llegó entre sus sandalias canastas, entonces abrió los ojos, solo quedaba un mínimo pedazo de sol en el horizonte. El ambiente estaba violeta. Sus ojos empezaron a nublarse, se sacó las sandalias con los mismos pies, los pateó y cayeron en el mar, y las olas se las llevaron, lo cual no le interesó. Estaba lloviznando, pero también se quitó el polo y lo puso en su tras. Fue entonces que metió la mano en sus bolsillos y sacó el lazo, aquel lazo verde de Daphne No se pudo contener más, y lloró desconsoladamente, subió el lazo entre su cara y con furia dijo.
-¡Te amo tonta! ¡Te amo!.
El aire, que soplaba cada vez más frio, la llovizna que caía cada vez más fuerte, todo en absoluto entristecía su alma. El amor de su vida había muerto, por así llamarlo, muerto con ese beso de muerte que le dio, y él, él llorando ahí sin consuelo...

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