He llegado a este lugar. La luna de la tierra se erige sobre nosotros, en un atardecer vigoroso y celestial. Empiezo a sentir la algarabía que sobrepuja mi alma de diferentes pensamientos que perecen cada instante dentro de mí. Aún no estoy seguro de lo que hallaré aqui.
El cielo es hermoso desde aquí. Podría asegurar que esta es una morada de dioses. No veo un límite ni en la partícula de menor tamaño que devora a mis ojos de asombro y pasión. El aire fluye con una ceja de rencor. Cada segundo, si cada momento más en este extraño mundo trae cada vez más una sensación de híbridos ilimitados.
La hilera de arboles en el horizonte, se encaprichan formando misteriosas figuras que son domadas por el viento. Cada yerba en el prado encuadran un hermoso paisaje dominado por pequeños insectos y mariposas que se mueven con paciencia y vivacidad, entre el débil canto que emiten los grillos.
El crepúsculo se despide a lo lejos en el oeste, donde el brillo de brisa marina dibuja hermosos destellos que enternecen nuestros corazones. Las nubes que están a punto de ser sometidas a la oscuridad se despiden con grandes clamores de fervor del sol. Tal vez sean sus últimas horas, después de esta sagaz despedida jamás vuelvan a ver al sol.
Cada segundo, aún cada fracción de un segundo inolvidable que despiden los minutos y las horas como el derrochar de las aguas del mar, significan un valioso gran momento que revelan muchos secretos a mi distante corazón que quiere contener el llanto de alegría que acaba de descubrir trás tal impactante escena, de tal gozo inefable y solitario.
Pasaran cien mil años, aún toda una y mil eternidades derrochadas por los inmortales para sentir que aún cada fenómeno insignificante es obra divina. De un ser cuya grandeza radica en los pequeños detalles, en cada pequeña cosa que recibimos, aún en cada toque de gracia, y en cada vaga ilusión. Que al fin del mundo se cristalizan en hermosos sueños que hacen que lo imposible, sea solo una palabra que se lleva el viento. Entonces los sueños son reales, y hasta lo ordinario se convierte en o más extraordinario.
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